martes, 8 de noviembre de 2011

Mi vida entre Demonios

           Camino al Internado Friedrich – Agosto 2007


  -Hoy es el primer día…- Me dije intentando animarme, algo que veía imposible. Mi madre abajo alistaba las últimas cosas, té, galletas… bebidas, cosas simples, no podía llevar tantas cosas al internado… o más bien a la cárcel.  


  Tengo dieciséis años de edad, mi nombre es Thomas Kaulitz, vivo con mi madre, Rosalie… Bueno, más bien es mi madrastra, mi madre murió cuando yo apenas tenía conciencia, no recuerdo nada de ella. Rosalie es o fue la mejor amiga de mi madre, por lo mismo decidió hacerse cargo de cuidarme, al pobre desvalido Thomas.


  Me cuidó por largo tiempo, pero ahora me envía a un internado bastante alejado de la humanidad, porque según lo dicho por la directiva del colegio al que solía asistir, lo mejor para mí es que me aleje de todos un tiempo, me ayudará a madurar y a dejar de ser tan ‘salvaje’. 


  Eso vino porque un día me dio por probar la sangre de otros alumnos… No sé por qué pasó, sencillamente olí la sangre y tuve la necesidad de probarla… Así que simplemente lo hice y no es como que a las chicas les haya molestado mucho… aunque la mejor sangre que probé fue la de los hombres… Era algo así como más pura que la de las mujeres, algunas tenían una sangre asquerosa, con sabor a mierda [y no es que haya probado la mierda, pero era asquerosa].


  -¡Hijo!- Gritó Rosalie. -¿Estás listo?- Yo bajé las escaleras y asentí con la cabeza, no tenía ánimos para hablar…


   Nos subimos a su auto, ella condujo. Durante el camino ninguno de los dos dijo ni una sola palabra, ambos sabíamos lo incómodo que era para el otro lo que sucedía. Ella no había querido dejarme ir, pero se lo habían impuesto, debía trabajar fuera y nadie iba a lidiar conmigo…


  -Tom…- Dijo, finalmente, la miré para que siguiera hablando –Ambos sabemos lo difícil que es esto…-Dio un gran suspiro, sí que lo sabía.
  -No es necesario mamá… Tranquila, sobreviviré- Bromee, intentando liberar la tensión del momento, cosa que me parecía casi imposible. Ella dio otro gran suspiro.


  -Tu sabes que eres lo más importante para mi…- Ya habíamos llegado. –Vendré a verte… lo más pronto posible.- Y al decir eso, un hombre vestido con traje negro, camisa blanca y corbata, se nos acercó abriendo mi puerta. –Deje las cosas en recepción, yo llevaré al muchacho adentro.- Su voz era misteriosa y me dio un miedo que jamás había sentido, miré a mi madre intentando buscar apoyo, pero ella se veía peor que yo. Me hice el fuerte y le sonreí. –Adiós mamá, nos vemos.- Ella quedó petrificada y yo salí del auto… No, no salí, me tiró fuera del auto aquél grandulón que parecía un oso.


  Cuando voltee a ver el auto por última vez, tres o cuatro personas sacaban mis maletas mientras un hombre conducía fuera a mi madre. Ella me miró y yo a ella, claramente pude ver las lágrimas de sus ojos… mi corazón se paralizó por un momento… -Te quiero…- Susurré antes de entrar por las grandes puertas del Internado Friedrich.


Vale, ésa es una mini historia... que aún está en desarrollo, planeaba hacer otro Twincest para participar en un concurso, pero no sé, me pareció más adoc a mí estilo este... Comenten, sigan y eso.

 Adiós.
  Loveless.-

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